Cracovia. 3 abril 2015

Hoy comenzamos a tomarle el pulso a la ciudad de Cracovia, esperemos que todo vaya mejor que nuestro inicio, porque no ha podido ser más acojonador. El hostal nos avisa con una antelación de tres días que no estará abierto y que no tenemos donde dormir, y el chofer que nos tenía que recoger a nuestra llegada al aeropuerto llega tarde a la cita....madre mía que miedo.

Hemos decidido desayunar en alguna cafetería de la ciudad en lugar de hacerlo en el hotel, y nos ha costado un poco dar con una. Cracovia es una ciudad que no madruga, es complicado encontrar  establecimientos abiertos antes de las 9.30 horas. Tras estar un rato en busca de algún lugar donde tomar un café, finamente damos con una pastelería cercana a Wawel hill, en el inicio del barrio judío o Kazimierz en polaco.

El desayuno no se puede decir que no haya sido dulce, los bollos y pasteles son enormes con kilos de azúcar. Pero tienen una pinta....con dos cafés y dos bollos hemos comenzado el día.

Lo primero que hoy hemos decidido hacer es visitar el castillo más conocido como Wawel hill. A la hora de visitar este monumento hay que tener en cuenta que tanto los sábados como los domingos está cerrado.
Wawel hill


Cuando visitamos Wawel tenemos que saber que no pagas una entrada y ya está, a visitar. No. El castillo tiene distintas partes para ver, y tu pagas en función de lo que te interesa ver. En nuestro caso pagamos por ver: los apartamentos privados, el palacio real y la cueva del dragón. El precio de la entrada fue 92PLN, 23 euros aproximadamente.

Los apartamentos reales únicamente se pueden ver con un guía y debe ser en Polaco o Inglés.

Este castillo es un símbolo de la nación de Polonia. Situado en una colina del mismo nombre es el edificio más importante de todo el país. Aquí puedes visitar la catedral  de San Wenceslao de forma gratuita. Esta catedral está considerada como el edificio espiritual del país.  



La visita a la cueva del dragón es un poco decepcionante. Este es el lugar donde se cree que vivía el dragón de wawel. Cuenta la leyenda que había un dragón que se comía a los ciudadanos de Cracovia. Nadie sabía qué hacer para matarlo hasta que un día un zapatero decidió matar un cordero, vaciarlo y llenarlo de azufre. Cuando el dragón lo comió, le entró una sed terrible que le hizo beberse todo el río Vístula hasta que explotó. Únicamente ves un túnel de 270 m, y  a la salida del mismo una estatua del dragón. La visita no es cara, pero se puede prescindir de ella, e ir directamente a ver la estatua paseando por las murallas. Esto es gratis.

El palacio real sí es una gran visita. Este palacio fue morada de reyes y presidentes del país y aunque está parcialmente reconstruido por culpa de diversos incendios, es una de esas visitas que nos gusta hacer, por su valor histórico y su interesante arquitectura. Como decimos, altamente recomendable la visita. A nosotros más o menos nos costó una hora visitar todas las estancias con calma.

la visita a los apartamentos reales es una gran opción pese a no saber inglés ni polaco, ya que a la entrada te dejan un libro en español para que puedas seguir las explicaciones que da la guía. A nosotros nos encantó la visita, donde puedes ver, además de las habitaciones privadas de los reyes, importantes tapices, valiosísimas colecciones de porcelana y de muebles. Ha valido la pena hacerla. Esta parte del castillo más o menos os llevará 40 minutos el recorrerla.

Nos quedamos con las ganas de visitar la torre, pero estaba cerrada, así que ya hemos dejado algo por ver para nuestra próxima visita a Cracovia.

Finalmente entre una visita y otra, pasas en el castillo prácticamente toda la mañana, algo con lo que hay que contar para traerse algo de beber y de comer, aunque a nosotros con el frío que hace, lo único que nos apetece beber es un chocolate bien caliente.

Ruta Real
La primera parte de la tarde, hemos decidido pasarla en la parte histórica de la ciudad, o como aquí le llaman el Old Town. Situado a poco más de 5 minutos andando, la antigua capital de Polonia, tiene la mayor plaza de mercado de toda Europa. En la edad media, casi con toda seguridad esta plaza era el centro de Europa. En la actualidad figura en la lista de la Unesco. La parte antigua es muy chiquitita pero tiene un encanto embriagador.

Empezamos nuestro recorrido por la calle Grodzka, dirección a la plaza del mercado. Esta calle va directamente hasta el barbican y en la edad media se conocía como la ruta real.

Lo primero que hemos visitado ha sido la Iglesia de San Pedro y San Pablo. Esta iglesia jesuita data de 1600, esta llamativa iglesia de estilo renacentista vale más por su exterior que por su interior bastante renovado. Aunque esto último tampoco lo podemos atestiguar, ya que estaba cerrada, cosas de la espiritualidad de la semana santa.

Continuando nuestro camino, decidimos ir mirando ya lugares donde comer, ya que se nos ha echado encima la hora, y aquí al igual que en casi toda Europa comen pronto. No hemos tardado mucho en decidirnos, de hecho, algo raro en nosotros hemos entrado en el primer restaurante que hemos visto. Nos ha llamado bastante la atención su carta, sus precios y la cantidad de gente que entraba. Y donde entra mucha gente es porque dan bien de comer. El restaurante merece la pena ser nombrado, Miod Malina, buen ambiente, buena comida e importante buen precio. 

Basílica Santa María
Esta ha sido nuestra introducción a la gastronomía polaca, y la verdad no podía haber sido mejor. Para empezar, teniendo en cuenta el frío que hace, hemos pedido dos sopas. Una de ella de pollo con fideos caseros y verduritas, y la otra de remolacha con raviolis de carne, para continuar un pastel de carne con capas de patatas panaderas y salsa de carne que quitaba todas las penas, y unos saquitos de col rellenos de arroz frito y carne guisada con salsa de tomate. Todo esto regado con cerveza del país, hemos pagado 96 PLN o lo que es lo mismo 24 euros. Nosotros hemos salido encantados, y lo que es más importante, con las pilas recargadas, porque madre mía que frío.

Nuestro camino continua hacia la plaza del mercado o como ellos la llaman Rynek, seguramente el punto más importante de la ciudad. Se trata de una plaza de 200 metros de largo por otros 200 metros de ancho, una barbaridad. Alrededor de la misma encontramos los edificios más importantes de la ciudad.

Mercado de los Paños
Justo en el centro de la plaza está el mercado de los Paños, uno de los edificios más conocidos de la ciudad. Se trata de un edificio de estilo renacentista con planta rectangular rodeado de arcadas y fue construido en el siglo XVI. El antiguo Mercado de los Paños era el lugar en el que se reunían los comerciantes que acudían a Cracovia para intercambiar mercancías . En la actualidad es una galería comercial, repleta de puestos de souvenirs y productos típicos.

En uno de los extremos de la plaza está la basílica de Santa María, famosa porque desde una de sus torres cada hora un trompetista toca hejnał mariacki, que se interrumpe a mitad de canción como sucedió cuando el trompetista recibió un flechazo avisando a la ciudad de la invasión mongola. Lo más importante de esta basílica es su retablo y su fantástico techo azul. Nuevamente esto es algo que no podemos atestiguar, ya que como esta mañana, aquí tampoco podemos entrar porque estaban en misa.



Al otro lado de la plaza, está la torre del ayuntamiento, del siglo XIV. De estilo gótico se puede subir hasta arriba, desde donde las vistas son preciosas. ¿Pero a que no os podéis imaginar que nos ocurrió? Sí, efectivamente estaba cerrada.

Pero donde sí pudimos entrar fue en la iglesia de San Adalberto. Es un templo pequeño, más interesante por su exterior, una mezcla de pre-romano románico, gótico, renacentista y barroco, que por su interior. Esta es la iglesia más antigua de Cracovia, data del siglo XI.

Después de pasar un buen rato por la plaza del mercado sacando fotos, y disfrutando de su mercado medieval hemos seguido por la calle Florianska hacía el Barbican y la Puerta Florianska.

Barbican
El Barbican es una estructura defensiva circular situada en la parte exterior de la antigua muralla, siendo uno de los accesos obligados para todos aquellos que quisiesen acceder a la antigua ciudad por la puerta de Florianska, una de las ocho que tenía la antigua muralla. Actualmente apenas quedan algunos restos de la antigua muralla, sustituida por cinturón verde conocido como planty.

La puerta Florianska es un pequeño tramo de murallas que queda en la actualidad. Se trata de una torre del siglo XIV, por donde se accedía a la ciudad. Previamente había que pasar por el Barbican.

La parte histórica de la ciudad, es un lugar evocador y con mucho encanto, pero es muy pequeña, con lo que en unas pocas horas la puedes ver tranquilamente. Y teniendo en cuenta que muchos de los lugares estaban cerrados por semana santa, no nos ha llevado más de media tarde visitarla. Así que sobre las 17 horas tomamos la decisión de acercarnos hacia el barrio judío, también conocido como Kazimierz, pero antes de ello, paramos en una cafetería a tomarnos un café caliente con un trozo enorme de tarta. El frío nos persigue muy de cerca, y no es buen compañero.

Puerta Florianska
Este barrio judío no ha perdido su aíre decadente de finales de la segunda guerra mundial, donde la gente era perseguida por su condición de judío. Pese a que es un barrio mucho más animado que el barrio judío de Budapest, sigue teniendo algo que le hace ser un barrio triste, gris. Supongo que será por su pasado turbulento.

Para guiarnos por este laberíntico barrio, tiramos del mapa de nuestra guía que nos ha llevado hasta los monumentos más emblemáticos de este barrio. El primer sitio al que llegamos fue al museo Etnográfico, antiguo ayuntamiento de Kazimierz, cuando en lugar de barrio era un pueblo independiente de Cracovia.
Decidimos no entrar, ya que tampoco nos atrae demasiado, y preferimos sumergirnos en la historia de barrio visitando sus calles y sus sinagogas. Atrae mucho más. 

En una de las esquinas de la plaza Wolnica está la iglesia Corpus Cristi. Este edificio de ladrillos rojos de estilo barroco es una de las iglesias más grandes de Cracovia y la primera en el barrio de Kazimierz. Lo más destacado es el retablo y el púlpito en forma de barca. Merece la pena pararse un rato a visitarla. Siempre está llena de gente orando.

Continuamos nuestro camino por las calles del barrio  hacia la Gran Sinagoga, la tercera sinagoga más antigua de Cracovia. Pero al llegar, nos encontramos con que está cerrada y no podemos verla, nos quedamos con las ganas. No es una sinagoga sencilla de encontrar, ya que exteriormente parece un simple edificio, pero la reconoceréis por su oscura fachada, y por la librería que hay en sus bajos.

En nuestro empeño por seguir descubriendo este barrio, proseguimos con nuestro paseo, directos hacia la sinagoga de Isaac, que nos ha costado encontrar. Hemos tenido un momento de desconcierto, no nos hemos entendido con nuestro mapa, y este nos ha jugado una mala pasada. Finalmente damos con esta pequeña sinagoga de estilo barroco judaico en la que tampoco podemos entrar. Esta sinagoga fue regalada por un judío rico Izaak Jakubowicz a la ciudad de Cracovia. 

Empezamos a pensar que viajar a Cracovia en semana santa no es una gran idea ya que están la mayoría de los monumentos históricos cerrados. Será algo incómodo con lo que tendremos que lidiar, seguramente no será el último edificio que encontremos cerrado.
La sinagoga está en una pequeña plaza, muy animada, llena de restaurantes de gastronomía judía y bares de moda. Un lugar entretenido, sin duda.

En un extremo de esta plaza está la sinagoga vieja. En la actualidad es la sinagoga más antigua de Polonia, y uno de los monumentos históricos y culturales más importantes de Europa, un referente en la cultura judía, que por desgracia cerraba a las 17 horas de la tarde, con lo que nos tuvimos que conformar con verla por afuera, que decepciona bastante. En un alarde de valentía, desesperado por ver una sinagoga en Cracovia, acordamos volver mañana antes de las 17 horas para verla.

Visto que hoy no es el día de las visitas y que se va acercando la hora de buscar un lugar donde cenar, ponemos rumbo al barrio histórico. Pero en nuestro camino damos con la sinagoga Temple, que oh sorpresa !!! está abierta. Sin pensarlo más, nos tiramos como locos a su interior, pero desgraciadamente somos placados por una mujer en el umbral de la puerta que nos impide el paso a su interior. Aún no sabemos muy bien por qué, pero entendimos algo así como que estaban oficiando. Menudo chasco. Y eso que esta sinagoga, la más nueva de la ciudad, fue creada por los judíos progresistas.

A medio camino entre Kazimier y Old town está situado nuestro hotel, así que antes de buscar un lugar donde disfrutar de una buena cena, pasamos por él para dejar las mochilas e informarnos en recepción sobre el lugar donde mañana debemos coger el autobús para ir a Auschwitz.

Para no correr ningún riesgo mañana, antes de ir a cenar, preferimos buscar la estación de autobuses para tener todo controlado. La estación no estaba muy lejos del hotel, más menos a 10 minutos andando. Ha sido bastante fácil dar con ella. Así que mañana no tendremos que madrugar tanto. Mejor.

De camino al barrio histórico encontramos las Galerías Krakowska, unos grandes almacenes muy conocidos en Cracovia, donde aprovechamos para comprar unas mallas. Hoy ha hecho un frío que pela, incluso nos ha nevado, y teniendo en cuenta que mañana pasaremos prácticamente todo el día al aíre libre nos vendrá bien este complemento debajo de los vaqueros. ¿Como serán aquí los inviernos? dios!!!

No perdemos demasiado el tiempo en busca de un restaurante donde poder cenar, en la misma plaza del mercado encontramos un lugar que por su carta nos atrae, así que para adentro.

Para calmar nuestro apetito, escogemos unos pinchos morunos de pollo y cerdo acompañados de tres salsas diferentes, y acompañado de unas "tortitas de queso" acompañadas de una salsa de frutas del bosque. El postre, un trozo de tarta de queso regado de un par de chupitos de vodka, bebida nacional de Polonia.


Antes de ir al hotel, hemos hecho una parada en un pub que nos pillaba de camino. Para despedir un día como este nada mejor que un par de cervezas, con un par de chupitos de vodka, en este caso sabor a nuez.